sábado, marzo 20, 2010

Kenosis y universalidad

Un proyecto sólo inteligible por las elites no puede tener vocación de universalidad. Quizá esa sea la clave del fallo del denominado centralismo democrático del viejo comunismo de partido. Los pequeños, los simples, la gente común, aportan vida a las ideas: eso es la sabiduría. Sólo los miembros de las elites intelectuales que han entendido esto han llegado, por eso, a ser sabios. Recuerdo ahora a Vattimo y su idea de kenosis, de degradación: sin kenosis no hay comprensión universal de una idea. Sin kenosis no hay salvación. Quiza el runrún que ahora se oye en torno a la inteligencia de las multitudes en Internet tenga que ver con eso.

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lunes, marzo 15, 2010

Occidentales sin remedio

Marco Aurelio y Séneca y toda la tradición estoica ensalzan la serenidad de ánimo, básicamente como una consecuencia de la lucidez. Pero la lucidez deja como subproducto una cierta tristeza, una sensación de derrota ante lo inexorable. Sólo cuando esa tradición entronca con otra, la tradición judía de la promesa, brota en ese terreno la esperanza; y cuando esa esperanza se enraíza en el mundo, aparece la alegría cristiana como elemento vivificador de la serenidad de ánimo. De este melting pot nace la idea occidental de optimismo. Por eso, en Occidente, la serenidad de ánimo es directamente proporcional al optimismo; y por eso, cuando se pierde esa serenidad, aparece la tristeza. En las sociedades contemporáneas hijas de esas tradiciones hay un elemento disruptor que se llama estrés, inversamente proporcional a la serenidad de ánimo: por eso el estrés, como destilado final, deviene en pesimismo.

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