domingo, enero 27, 2008

Sólo salvar un puñado de versos

Hace años (diez, doce o quince), asistí a la lectura de este poema en una de tantas cavernas urbanas. El autor, Evaristo Romero, me dio una copia en un par de folios mecanografiados. Me gustó el texto entonces. Y me sigue gustando ahora. Es un buen momento para sembrarlo en la red y salvarlo del crujido amarillo de la decadencia. Al autor de los versos, apenas lo recuerdo. No lo reconocería si me cruzase con él por la calle.

DEBO INVENTAR OTRO MUNDO

Mi nombre, oculto tras el velo fino del viento,
el viento de los días que pasan junto a la ventana
oculta tras los cristales de sol empañados
que tiemblan reflejos y miles de figuras errantes.
Mi nombre, de tiras y púrpura, manchado de eslabones
que cubren mis oídos y a tus ojos
y a las figuras que observas en la lentitud de mis pasos
que huyen a la locura tranquila y ágil
como una mariposa de viento silencioso
y oscura soledad tierna como la tierra tras la lluvia como
en el
Cementerio del Este de Londres,
morada de Carlos Marx y de sus huesos,
morada de Vera Jones y de comunistas olvidados,
y de un montón de muertos que agitan sus dedos
entre la maleza que cubre sus tumbas.
Y mi nombre flotando ante aquel funeral
que habita las sombras y cubre de arrugas
las manos que aplastan tantos sentimientos
que son las espinas que tuve en mis pies.
Y esperando la muerte me encuentro a mí mismo,
a la vida,
a mi nombre de enredadera osca y turbia que crece,
crece por encima de las nubes
y alza a Dios contra una estrella frágil como la Luna,
y se muere asfixiado de lodo de costillas,
y los ángeles, molestos, me nombran a gritos
y silban a coro la canción más triste que conocen
para hacerme retroceder a mi tumba donde encuentro
la paz y a mis hermanos.
Y en un puño alzado leo mi nombre con letras de tuétano
y la larga trayectoria de miles de viajes
donde encontré bosques y valles que fueron incendiados
por meteoritos arrojados por Lucifer
y por el mismo Dios que aplasté contra una estrella
frágil como la Luna.
Pero la Luna no se merece un incendio
ni la tierra seca que tengo en mis manos
porque no sólo alimenta a mi único enemigo
porque también es la breve esperanza que tengo olvidada
en las grietas que cubren las rocas de ese otro mundo
detrás del nuestro
que nunca existió.

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jueves, enero 03, 2008

La magia y los milagros

La magia es una torsión de lo natural. El milagro, una irrupción de lo sobrenatural. Harry Potter hace magia; los Reyes Magos hacen milagros. Steinbeck y C.S. Lewis conocían bien la diferencia.

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