Los halcones de la nada
Los halcones de la nada vampirizan la vida de los demás. No es infrecuente que ese espectáculo provoque la sensación de sentirse traicionado, defraudado; porque todo el esfuerzo por sembrar ideas y abrir espacios a la deliberación, el regalar conocimiento para ayudar a que todos puedan saberse iguales, al final es aprovechado, esquilmado por los listos de este mundo de esclavos mentales y traficantes de ideas de segunda mano. Sin embargo, esas plagas de langosta nunca logran arrasar con todo. Siempre dejan algunas semillas sin esquilmar, los mongoles no consiguieron borrar las mil y una noches de la memoria de Bagdad. Es cuestión de irse. Siempre es cuestión de irse. De recoger esas palabras-semilla que diría Emilio Lledó y buscarse nuevas praderas en las que acampar. Nuevos territorios en los que buscar. Nuevas tierras que cartografiar.
Etiquetas: Comunicación, Conocimiento, Estética, Ética, Vivir
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