sábado, marzo 10, 2012

Los halcones de la nada

Los halcones de la nada vampirizan la vida de los demás. No es infrecuente que ese espectáculo provoque la sensación de sentirse traicionado, defraudado; porque todo el esfuerzo por sembrar ideas y abrir espacios a la deliberación, el regalar conocimiento para ayudar a que todos puedan saberse iguales, al final es aprovechado, esquilmado por los listos de este mundo de esclavos mentales y traficantes de ideas de segunda mano. Sin embargo, esas plagas de langosta nunca logran arrasar con todo. Siempre dejan algunas semillas sin esquilmar, los mongoles no consiguieron borrar las mil y una noches de la memoria de Bagdad. Es cuestión de irse. Siempre es cuestión de irse. De recoger esas palabras-semilla que diría Emilio Lledó y buscarse nuevas praderas en las que acampar. Nuevos territorios en los que buscar. Nuevas tierras que cartografiar.

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