lunes, octubre 15, 2007

Símbolos

Los símbolos son marcas de reconocimiento, maneras de dibujar la propia identidad. Hoy clamamos por símbolos en los que reconocernos porque, precisamente, los que nos son ofrecidos no sirven, no nos reconocemos en ellos. ¿Un futbolista galáctico? ¿Un atleta sexual? ¿Una banquera adicta al tranquimazín? Puesto que no hay símbolos vivos, buceemos en las leyendas. Puesto que la última vela del templo vacío ya se ha consumido, hagámonos de dioses que nos comprendan, nos amen, nos perdonen y aniquilen a nuestros enemigos. Qué viejo es ese relato. La historia no es cíclica: es la misma. De vez en cuando aparecen remolinos de ansiedad; ideas, libros, sensaciones. Todo eso cesa en un momento dado. Y no sé si se ha ido por el desagüe o lo he incorporado. Hay noches, como la del 31 de diciembre, en las que me siento como un azteca en la celebración de la gavilla de 52 años: es el fin del mundo, sólo postergable con sacrificios humanos. Pasa ante mí una sombra de terror. Por eso, el día siguiente siempre es luminoso; es la primera mañana del año, la primera mañana del mundo nuevo. Por eso la angustia de esa noche es tan terrible.

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