domingo, noviembre 12, 2006

A pesar de todo

He visto lobas hambrientas limarse las uñas por el amor de un cervatillo. He vivido entre cadáveres que soñaban que era el mundo el que había muerto. He nadado entre pirañas que han mordido mi carne y, luego, la han escupido lejos por encontrarla demasiado sosa o salada. He contemplado el holocausto de miles de almas asesinadas por la traición y las buenas intenciones. Vivo con gente que sufre por futilidades que harían sonreír a un niño de otros tiempos. Vivo en un mundo extraño, en la comunidad de los bautizados en el cinismo desde antes de nacer. Sin embargo, es mi gente, éste es mi lugar. Todo eso es mi sitio. Y, a pesar de todo, no sé por qué, mantengo una esperanza, esa niña pequeña que le daba cada mañana los buenos días a Péguy. Una cierta confianza en que vivir no consiste en apuntarse a cuatro ideas que ayuden a ir tirando. Vivir debe ser algo más. Después del absurdo, queda la vida.

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