miércoles, diciembre 09, 2009

Asuntos pendientes

Estoy leyendo ahora El Día D, la narración que hace Antony Beevor de la batalla de Normandía. Se nota que, como militar que es, le interesa el análisis técnico de la cuestión. Pero plantea con toda desnudez, a través de las historias de quienes participaron, especialmente las personas que no salen con nombre propio en las grandes monografías al uso, la ubicación forzada del ser humano al borde del abismo: el abismo de morir o matar. Sin alternativas. Pienso que cualquiera, yo mismo, hubiera podido verse en esa situación: es un asunto de mero azar estadístico-biográfico. Creo que esa cuestión, la de la II Guerra Mundial, ese mundo que hizo posible el exterminio de seres humanos en masa a escala industrial, con la mentalidad industrial de las cadenas de montaje, todavía no está resuelta. Da la sensación de que el mundo está sonado, se ha quedado sordo por el ruido de los cañones. Es posible que la aceleración del tiempo histórico haga más fácil olvidar, sobrevivir. Pero sigue viva la raíz que hizo posible institucionalizar la barbarie. Eso, todavía no está resuelto, no está pensado. Quizá porque ese drama se cerró en falso; había demasiadas cosas que callar, entre vencedores y vencidos. Y el mundo de hoy es su herencia. La herencia de nuestros padres.

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