Los viejos y buenos pecados
El pecado, los viejos pecados, son buenos. Haberse sabido miserable hace a un ser humano hermano de los demás. Los viejos pecados, las antiguas cicatrices, son la escuela de humillación necesaria para aprender la ciencia de ayudar a los demás, sin arañar, desde la conciencia compartida de la fragilidad, con sentido de hospitalidad, sin ofender la dignidad del otro. Los viejos y buenos pecados hacen germinar a la misericordia, porque ayudan a firmar un tratado de paz con los propios muertos. Y sólo desde la misericordia se puede vivir en paz.
Etiquetas: Vivir
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