sábado, septiembre 13, 2008

Lo normal

Es legítimo, aunque ingenuo, quejarse de que hoy en día las armas de la inteligencia y la honestidad son poco valoradas, inútiles. Lo curioso, lo excepcional, lo increible, sería que el mundo recompensase esas conductas. Y no lo hace. Es normal. Por eso, cuando ha podido, el mundo se ha sacudido con violencia las propuestas éticas más comprometidas con la honestidad y la inteligencia. Porque recuerdan a los hombres su miseria: la de desperdiciar su libertad. Así ocurrió cuando el judaísmo llamó por tres veces a las puertas de Europa (Moisés, Jesús y Marx). Hasta que, como cuenta Steiner, Europa no pudo más e inventó las cámaras de gas y el gulag. Hay algo de ese núcleo de violencia que ayuda a entender fenómenos de odio tan sobrecogedores como el de la Guerra Civil española. Algo invisible que hace hermanos a los curas martirizados, a los anarquistas asesinados y a los miembros del POUM ejecutados. Precisamente, por ese cruce de caminos anda gente como Simone Weil.

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